Wednesday, March 10, 2010

Family and media/cohabitación antes del matrimonio/prevenir la homosexualidad


Norberto González Gaitano, director de Family and Media
“La defensa de la familia exige un proyecto cultural de fondo”

Family and Media es un grupo de investigación internacional que analiza cómo informan los medios sobre la familia y elabora propuestas para que el retrato sea más exacto. El impulsor de esta iniciativa es Norberto González Gaitano, actual vicerrector de comunicación de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (Roma) y antes profesor de la Universidad de Navarra.


Hasta hace poco tiempo, el estudio de la familia en el ámbito de la comunicación se limitaba a explorar los efectos de la televisión en los niños o el tratamiento que la prensa hacía de la violencia doméstica. Faltaban, sin embargo, análisis de fondo sobre la representación de la familia en los medios de comunicación.
Con este objetivo nació en febrero de 2005 Family and Media. Se trata de un grupo de investigación al que se han adherido ya profesores de Italia, España, Argentina, Chile, Polonia y Angola.
— ¿Cuáles son los tópicos sobre la familia más extendidos hoy en la opinión pública?


— El frente pro-familia usa cada vez menos metáforas tan gastadas como la de la “célula básica de la sociedad”. La idea que está detrás de esta imagen sigue siendo válida, pero ahora se enriquece con otras perspectivas: la familia como agente de cambio social (más de moda en ámbito anglosajón), escuela de humanidad o espacio de la solidaridad intergeneracional.



“Nuestro objetivo es proporcionar argumentos a las organizaciones dedicadas a promover la familia”

En el otro frente, no hay una idea clara sobre la familia. El modelo de relación dominante son las uniones afectivas sin vínculos. Durante mucho tiempo, se ha dicho que “la familia estaba cambiando”. En ocasiones, esto era un arma retórica para imponer un modelo de relación emotiva y sin compromiso.


La ideología de género ha contribuido a crear este estado de cosas, al difundir la idea de que la familia es una construcción cultural. Las series de televisión, las telenovelas o los talk-shows “domestican” masivamente a la audiencia reformulando “nuevos modelos de familia”.


Además de analizar las concepciones de la familia en los medios de comunicación, el equipo de investigación que usted dirige tiene una "finalidad operativa". ¿En qué consiste y qué pasos están dando para lograrla?


— Conocer cómo se representa la familia en los medios tiene un interés operativo, y no sólo descriptivo. Utilizamos los resultados de los análisis empíricos para promover una imagen veraz de la familia. Nos interesan, sobre todo, los aspectos antropológicos y culturales que están detrás de las representaciones de la familia.



“Hoy debemos poner el énfasis en la educación de los hijos, y a partir de ahí podremos reconstruir el tejido de las relaciones conyugales y paterno-filiales”

En segundo lugar, nuestro objetivo es proporcionar argumentos a las organizaciones dedicadas a promover la familia, a las asociaciones de orientación familiar y a las de radioyentes y telespectadores. Sin ideas ni argumentos no hay acción eficaz. Creemos que así mejoraremos su poder comunicativo en los medios y su incidencia en la agenda política.


Por ejemplo, ahora mismo estamos terminado una investigación sobre la gestión de la comunicación por parte de las asociaciones que integran el Foro de las Familias en Italia.


También presentaremos esos resultados a las demás asociaciones pro-familia de Italia, América Latina y España.


— En las sociedades occidentales, el lobby gay ha logrado cambiar las percepciones sobre las prácticas homosexuales. ¿Qué lecciones pueden extraer quienes desean promover enfoques favorables a la familia?


— Hay que decir, en honor a la verdad, que no todos los homosexuales secundan la ideología gay. Además, conviene recordar que lo que implícitamente busca este colectivo es el reconocimiento social; la legalización del “matrimonio gay” es solo un medio equivocado para conseguirlo.
El nuestro es un proyecto cultural, no ideológico. Es una pequeña aportación para reconstruir el imaginario social sobre la familia. La comunicación es clave, porque te obliga a pensar en términos estratégicos y no solo tácticos. No bastan acciones aisladas, movilizaciones, se requiere un proyecto cultural de fondo que integre esas acciones puntuales en un diseño a largo plazo.

— En Estados Unidos, los pro-familia llevan años insistiendo en que el matrimonio no es sólo una relación afectiva entre dos adultos, sino sobre todo un bien social pensado para proteger a los niños. A su juicio, ¿qué mensajes sobre la familia habría que intentar transmitir hoy a la opinión pública?


— En mi opinión, hoy debemos poner el énfasis en la educación de los hijos. A partir de esta idea, podremos reconstruir el tejido de las relaciones conyugales y paterno-filiales con sus características específicas. Es lógico que las asociaciones pro-familia hagan palanca sobre esta idea para fortalecer el matrimonio. No es casualidad, por ejemplo, que muchas parejas de hecho decidan oficializar su unión cuando llega el primer hijo.

El vínculo conyugal puede disolverse. Lo que no se puede romper es el vínculo con los hijos. Se puede ser ex mujer, ex marido o ex compañero. Pero no se puede ser ex progenitor. Además, hoy debemos estar prevenidos para afrontar el chantaje emocional que sufren algunos niños. Hay padres y madres que intentan atraerse afectivamente al hijo hacia sí (“se-ducere”). Pero la educación es otra cosa: es sacar fuera las potencialidades del hijo (“ex-ducere”).

La cohabitación antes del matrimonio aumenta el riesgo de ruptura



A menudo se dice que la cohabitación permite a los futuros marido y mujer conocerse mejor y evitar así las uniones desafortunadas. Sin embargo, el Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias de Estados Unidos revela una realidad distinta: las parejas que cohabitan antes del matrimonio son más frágiles.

Las parejas que viven juntas antes de casarse tienen, de media, una probabilidad 6 veces mayor de romperse antes de que lleguen a los 10 de convivencia. En cambio, las expectativas de duración de la pareja mejoran si empezaron a convivir cuando ya estaban casados.


El estudio refleja también el aumento espectacular de la cohabitación en Estados Unidos. A partir de una muestra de 12.571 mujeres y hombres de 15 a 44 años, los autores señalan que el porcentaje de mujeres que rozan la cuarentena y han cohabitado se ha duplicado en 15 años hasta llegar al 61%.



“Mientras la cohabitación sigue siendo un camino hacia el matrimonio entre las clases altas, las mujeres de bajo nivel de renta tienden a verla como un punto de llegada”

Otro dato interesante es que la mitad de las parejas que empiezan cohabitando se casan a los tres años. Si los dos miembros de la pareja tienen estudios superiores, es probable que se casen antes y que su matrimonio dure por lo menos 10 años.


Para Nelly A. Musick, profesora de análisis social en la Universidad de Cornell, los resultados del estudio sugieren que hay una brecha abierta entre ricos y pobres respecto a la concepción del matrimonio. “Mientras la cohabitación sigue siendo un camino hacia el matrimonio entre las clases altas, parece que las mujeres de bajo nivel de renta tienden a ver la cohabitación cada vez más como un punto de llegada”, explica Musick.


Las actitudes sociales hacia la cohabitación también difieren en función del sexo. Entre los encuestados, el 62% de las mujeres de 25 a 44 años estaban casadas y sólo el 8% cohabitaban. En cambio, el porcentaje de hombres casados desciende hasta el 59% y el de la cohabitación sube al 10%.


Un último hallazgo significativo del estudio es que las mujeres que a la edad de 14 años no vivían con sus padres biológicos o adoptivos son menos proclives a casarse que aquellas que crecieron con su padre y su madre.


Menor compromiso


La publicación de estas estadísticas confirman las conclusiones de otros estudios que en su día fueron bastante polémicos. Investigaciones realizadas hace más de una década revelaban no solo que las parejas de hecho se rompen más que los matrimonios, sino que también aquellos que se casan después de haber cohabitado son más proclives a divorciarse que quienes fueron directamente al altar.
En un estudio publicado en 1999, dos conocidos sociólogos estadounidenses, David Popenoe y Barbara Dafoe Whitehead, del National Marriage Project de la Universidad Rutgers, afirmaban que “una atenta revisión de los datos que proporcionan las ciencias sociales sugiere que vivir juntos no es una buena manera de prepararse al matrimonio ni de evitar el divorcio”.
Según los autores, las personas que han vivido antes con otras parejas muestran un compromiso menos firme. “Toleran menos la insatisfacción y dejarán romperse un matrimonio que podría haberse salvado”, dicen Popenoe y Whitehead (“Should We Live Together? What Young Adults Need to Know about Cohabitation before Marriage”: cfr


Cómo prevenir la homosexualidad

A Parent’s Guide to Prevening Homosexuality
Autor: Joseph Nicolosi Linda Ames Nicolosi
Palabra. Madrid (2009). 208 págs. 16,50 €. Traducción: Ricardo Regidor Sánchez
Firmado por Juan Domínguez Fecha: 5 Marzo 2010

La homosexualidad aparece hoy públicamente como una orientación sexual aceptada. Por ello, la labor educativa de los padres, sobre todo en el ámbito afectivo y sexual, resulta ahora más complicada; se requiere un esmero y una formación importante para hacer frente a la presión que hoy existe en este sentido en la opinión pública. El matrimonio Nicolosi ha escrito este breve ensayo para orientar a los padres y resolver de forma adecuada sus dudas y problemas. Ambos son conocidos por su trabajo en la Asociación Nacional para la Investigación y la Terapia de la Homosexualidad (NARTH), y han practicado la llamada “terapia reparativa de la homosexualidad”, que busca ofrecer ayuda y respaldo psicológico a quienes desean vencer sus sentimientos homosexuales (cfr. Aceprensa 2-06-2009).


Los Nicolosi parten de un hecho: la confusión de género en la infancia y en la adolescencia es sobre todo un problema psicológico y, como tal, tiene tratamiento y puede curarse. Desde el punto de vista de la prevención, es necesario contar con los dos roles en el seno de la familia: se educa, sobre todo, con hechos y es el contexto familiar el que conforma la identidad de género (antes, incluso, que la escuela o la vida social).


Pero ¿cómo saber si un niño sufre el llamado Trastorno de Identidad de Género? Los Nicolosi ofrecen algunos indicadores con los que es posible determinar posibles problemas, a edad muy temprana, de forma que puedan ponerse los medios para corregir la orientación sin grandes traumas. Son indicadores referidos a hábitos y no conductas esporádicas y excéntricas. Sobre todo, se exige cautela, tranquilidad y sinceridad.


Mayor dificultad ofrece la adolescencia, en la que se mezclan confusiones no sólo sexuales (también familiares, personales, religiosas, etc.). En cualquier caso, con la ayuda de la terapia, el adolescente puede entender los déficits emocionales y los desequilibrios interiores como efectos del proceso de maduración de su identidad sexual. En el libro se destaca la importancia de que los padres acompañen a su hijo durante todo el desarrollo de la terapia y que compensen con su motivación y afecto los posibles y frecuentes momentos de desánimo.


Como prevenir la homosexualidad es, en definitiva, una guía que puede servir a los padres para prevenir conductas desorientadas o, en su caso, iniciar el tratamiento necesario. Se incluye numerosos testimonios y ejemplos de la experiencia clínica de los autores.

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